Tras escuchar la intervención del lider de la oposición y la réplica del Presidente Zapatero, a uno le pueden gustar más o menos las propuestas presentadas por el gobierno socialista en este debate del Estado de la Nación, pero no puede negar que hay encima de la mesa toda una batería de medidas reformistas que tienen como fin cambiar y potenciar un nuevo modelo productivo. Y que enfrente solo hay ambiguedad (¿por qué ocultan en qué consiste la reforma laboral que reclama el PP o qué recortes plantear para reducir el gasto público?), oportunismo (se nota demasiado que cada nuevo parado es visto como un posible votante) y mucha mala educación (como se ha comprobado con la bancada vociferante de la derecha).
Se ha planteado también, por parte de la oposición de izquierdas, que ellos esperaban un giro mayor ¿hacía donde? Desde IU, en su nueva ruta hacia la revolución pendiente y hacia el intento de salvar los cargos públicos cueste lo que cueste, no se ha hecho otra cosa en los días previos, que anunciar su incompatibilidad con las medidas del gobierno y desde la izquierda nacionalista se reclaman giros, sí, pero no de mayor gasto social, sino de más autonomía y competencias, es decir dinero, para sus regiones, nacionalidades o naciones. ¿Con estos mimbres que negaban cualquier apoyo al gobierno, había que hacer un cesto izquierdista en el debate de hoy? Complicado.
El Presidente ha puesto encima de la mesa una serie de reformas elaboradas, sin duda alguna, desde el centro izquierda y con el compromiso irrenunciable de respeto por el mantenimiento del gasto social y los derechos de los trabajadores, tendiendo como no puede ser de otra manera la mano a su izquierda y derecha para sumar apoyos en aras de un necesario gran pacto nacional frente a la crisis. Te pueden gustar mas o menos las propuestas, reitero, pero enfrente es que no hay nada. Nada sano y constructivo al menos. Y frente a eso, el gobierno y la mayoría parlamentaria ha manifestado un claro y contundente compromiso social con el país.